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UNA TIERRA NUESTRA

Cuando uno viaja fuera de su hábitat, lo primero que hace es comparar lo que está viendo con lo familiar de su ciudad, de su barrio, de su entorno, y normalmente es inmediato echar de menos lo habitual. Las personas parecen diferentes, de costumbres casi severas o tristes, sin chispa, cuando uno sabe realmente que no son ni mucho menos distintas ni sueñan con otra perspectiva; en un mundo globalizado como es el nuestro las almas son gemelas en puntos distantes del planeta, pero nuestra nostalgia impide percibir con nitidez esta realidad. Si entras en internet es diferente, con otro aroma, si te comes una hamburguesa en burguer king o macdonald's tiene otra textura, el aire huele extraño, los rostros de los transeúntes no expresan nada de lo conocido, lo acostumbrado. Y la inquietud desluce el viaje. La ciudad de uno es como sus zapatillas de andar por casa, encaja a la perfección, y aun sabiendo que hay lugares mejores tu mente te seduce para que permanezcas atado al lugar eterno que es tu vida.
Y entonces las raices gimen.
Pues el universo de cada uno son sus banderas, sus creencias y sus amores a sabores y olores y pensamientos de sus gentes, y cada uno sabe dónde su paz encuentra la armonía, qué ideas son pilares de certeza. Así expuesto, uno de los pilares recios que afianzan mi transcurrir es la idea de mi patria española y la tranquilidad de tener una tierra que es mía y es una casa enorme desde Finisterre hasta Canarias, con Ceuta y con Melilla y con Barcelona y con Bilbao. ¡Si señor, nací en España! ¡Si, español de España! No soy de otro lugar y si el azar de la política desmembrase mi país en terruños odiosos no por eso dejaría de amar España, como no dejo nunca de creer en Dios.
Si respetar la bandera española es ser fascista o peor persona, soy la peor del mundo, porque entre mis afectos más dulces está mi tierra, allí donde he nacido y moriré triste por los insultos vertidos al albur de naciones demediadas.
España seguirá viva aunque se parta en mil pedazos, eso es una realidad inmutable, y si al final del camino quedase una piedra pequeña como resto de España, esa piedra será España pura, a la espera de un nuevo encuentro con mis hermanos. Tengo una patria y se llama España y está en Europa y es mas grande que tú, que tú...

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