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LOS PERIODISTAS

No, si el espectáculo de los programas del corazón no está en los invitados absurdos y desmoralizantes que los pueblan, ni en los desocupados que suelen estarhaciendo bulto como público, ni en el tufillo rancio que emana de nuestro televisor. El espectáculo real son los autoproclamados periodistas, esa panda de parásitos que cada día asoman por todos lados cual pavos reales, cuyas habilidades son ignotas, y que se reproducen como esporas arropándose unos a otros, mientras linchan a los atontados que por ver dos duros acceden a la lapidación.
Ignoro si los tesoros éstos estudiaron alguna vez y cuáles son los argumentos que pueden esgrimir para erigirse en dignos representantes del mundo informativo: ¿Informativo de qué, del cotilleo elevado a la máxima expresión? ¿De la subversión de la dignidad humana?.
Éstos vividores hinchados de vanidad vacua se blindan haciendo ver que su profesión es lo más digno del mundo, cuando son tanto o más surrealistas que la manada rosa a la que acosan pagando, que ya es ser tonto. No nos engañemos con sus titulaciones de la señorita Pepis, la jauría hienística son y serán, hasta que caigan en desgracia total, entretenedores zafios para una audiencia mentalmente plana; no periodistas ni informadores, ni reporteros ni astronautas. Entretenedor de primates: Dícese de la persona que encuentra acomodo en un programa rosa y al segundo se reviste profesional, algo así como decir que los freidores de Burger King se consideran y son chefs de El Bulli. Así, como compañeros de, digamos por ejemplo Indro Montanelli o Matías Prats, sacan sus papelitos con supuesta información contrastada de las andanzas de cualquier pelagatos y se lanzan, cual termitas caníbales, a despedazar objetivamente y con datos y testigos de postín vidas ya de por sí arruinadas y despreciables, así que ya me dirán el mérito de la profesión porteril-televisiva. Lo que deben hacer es entrevistarse unos a otros por turnos, pasando de los famosillos pringosos, y así nos enteramos de dónde sale esa cultura que esgrimen versallescos. La audiencia explota seguro.
Asimismo, repugnantes resultan los presentadores/as de los bodrios, que parecen ser respetados por unos y otros, como imparciales jueces del circo depredador protegidos por una especie de aura beatífica cuando no son más que moderadores de gruñidos y vendedores de politonos.
En fin, un escándalo... Les dejo, que empieza A tu lado. Que no te lo cuenten.

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