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MIS POBRES MUERTOS

Pues yo, que lo recuerdo, tenía a un pariente lejano, un Homo Antecessor que dedicaba sus afanes a cazar cosillas por el sotobosque, a sus pinturitas en cuevas de postín, a buscar hembras Antecessor para entretener sus ardores y a huir de animalotes poco comprensivos, ya antes del diluvio.
¿Qué mal hacía mi ilustre antepasado, qué daños causaba una persona seria, sin estudios, sin cerebro apenas, con una porra de suave piedra y un estilismo taparrabos Dior? ¿Quién podía desear su muerte, decid?
Pues resulta que un mal día apareció por su espalda otro antecessor, de ideas retrógradas, y por la espalda, el muy ladino, descargó la fuerza de un pedrolo gordo en la cabeza masiva de mi pariente, dejándolo muerto por robarle unas manzanas y por ser politicamente progresista, ya que en el momento de su asesinato progresaba tras una hembra jugosa; ahora me direís que el otro tampoco es que tuviera ideas políticas (o ideas a secas, recordad que es un antecessor, amiguitos) y no es el caso de determinar que fuera de tendencia derechista o izquierdosa, no. Pero juro que era de izquierdas, que es lo que se paga hoy día, y afirmo sin temblarme la voz que tal matanza debe ser recordada y el buen gobierno de la nación está obligado a pagar indemnización a este que os escribe por el daño causado a mi familia y por la ocupación ilegal de nuestra finca familiar de entonces, Atapuerca.
Calculando retrasos y demoras varias, el estado me debe 15 millones de euros, y ni uno menos. Como el gobierno del estado actual es también Antecessor (los Blanco-Pepiño eran familia bien de cuando las cuevas), restamos 5 millones por ser de la familia, que las cuentas deben estar claras y precisas como aguas termales, con lo que el asunto asoma un montante de 10 millones de euros.
La ley es clara: Paguen a este humilde servidor un dinero que restituya mínimamente el daño moral causado por el crimen milenario y dejense de cuentos.
Que si hay memoria hay que ser de buen recordar. Atapuerca os la podeís quedar y meter por el...

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