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CAMINANTE

Iba caminando distraído por la calle, en una mañana de sol y de ambiente fresco. Iba ajeno a su alrededor, en un andar sin pensamientos, abandonado, simplemente camino de algún sitio. De súbito percibió el olor de una brisa que llevaba adherida una fragancia sin nombre; aspiró y en su mente explotó una persistencia de bienestar. Había reconocido un perfume de antaño, de un tiempo indeterminado; inocente aroma que traía nostalgia y contento a la vez, sin razón, sin precisión ninguna. Este viento descorrió el velo de sus ojos y le obligó con ansia a absorber lo que se cruzaba en su camino. No se preocupó de buscar explicación a semejante despertar: se alegró de estar vivo y durante unos minutos tuvo el mundo entre los dedos.
Así el día quedó completo para el paseante.

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