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EL DESCENSO DEL AGUA

Empezó a llover, y lo que parecía un chubasco rápido de verano se transformó en rabia y en tormenta y así siguió largo tiempo arrastrando la suciedad, la malicia que reinaba en la ciudad. Las gotas se besaban y golpeaban rítmicamente en su fiero descenso el orgullo de árboles y construcciones.
Curiosamente, cuando los corazones de los habitantes se secaron debido al terror y la angustia del agua, la nubes se abrieron y volvió el sol.
Y se llenaron las calles de gentes doloridas.

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