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EL ENIGMA DE LA MENTE

Casi a un kilómetro de coronarse campeón, el famoso corredor detuvo su marcha y se sentó en la acera con la mirada perdida. Los espectadores, desconcertados, le contemplaban con espanto. Ajeno a su alrededor, él, húmedo por el esfuerzo de kilómetros, parecía librar una batalla infinita con su voluntad. Tanta era su ventaja sobre el resto de participantes que transcurrió mucho tiempo hasta que el segundo clasificado pasó por donde él había detenido su carrera. Cuando se consumó la tragedia, rompió a llorar y se encaminó con paso firme por entre la gente, perdiéndose en la ciudad.
Nunca explicó las razones de tan extraño comportamiento. Era un gran campeón.

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