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EL GRAN ASALTO

Quiso romper el techo de su destino, y acabó fregando suelos en el Bar de Sombra, donde las almas solitarias minaban su cuerpo a base de alcohol barato, palabras huecas y recuerdos difusos de antiguas glorias. En tristes madrugadas devastadas desoía a los clientes y curaba sus heridas en el rincón.
Pero jamás derramó una sola lágrima. Limpiaba y esperaba el fin del abismo.

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