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LA SONRISA DEL MUNDO

Tenía una sonrisa tan feliz y sincera que daba pena rompérsela, tan genuina era. Iba así por la vida, sonriendo con las arrugas marcadas de puro feliz, los ojos brillantes y alegres, tan confiados que nada dañaba su cuerpo. Incluso cuando lloraba la sonrisa seguía presente, y si alguna vez no la dibujaba era auténtica angustia para cualquiera que supiera de ella, de su alegría interior.
Daba paz y contento verla tan bonita y aunque algunos dijeran que era pura fachada o un gesto de su simpleza mental, estaba claro que sonreía por un profundo amor que brotaba de dentro, estallando en las conciencias de insatisfechos. Pues sí, por aquella sonrisa perenne daba pena no vivir, y así de simple era su secreto y su fuerza interior.
Era la vida tan grande como el universo aquellos días de su sonrisa.

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