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A LAS CINCO

Son las cinco de la madrugada y la calma reina a este lado. De vez en cuando un coche, unas voces discordantes. Tranquilo y dormido como la gente que ya ha cumplido el día, quizá alegre. Son las cinco y escuchando la atmósfera suave cualquiera diría que en algún lugar la violencia se impone y se impone la muerte. Duermen las gentes esperando el mañana incierto, pero la verdad es que tal hora como ésta el mundo gira, no desesperado; el mundo gira al compás de un cuerpo dormido y limpio, tal y como son las almas a las cinco de la mañana. ¿Dónde nacen las infamias cuando descansan los hombres?.
El dolor del nuevo día es imposible cuando se escucha con violencia la calma en la madrugada. Lejos suena la música. El cuerpo respira y calla, calla y sueña, y el reloj sigue enloquecido, y por qué si no existe la esperanza...

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