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DE NOCHE

Y luego, por la noche, cierro los ojos creyendo todo cerrado y el día terminado. Caigo en un sueño sin voces ni rostros, en una suspensión donde algo se rompe gota a gota. La respiración se tranquiliza y comienzan los bailes del sonámbulo. La calle rompe su silencio de vez en cuando, pero da miedo pensar qué está ocurriendo. Podría morir sólo con ser señalado por un hombre fuerte, morir sin dejar rastro; podría ser la última noche. Pasan las horas hasta la angustia del amanecer y cada hora parece crecer el pánico del alma. Luego duermo y calla la angustia; calla un rato suave y tranquilo hecho de paz negociada, como cuando niño reía y dormía y reía y dormía y nada más. Y, sin embargo, no puedo olvidar que mi perro gime toda la noche en la cocina sin consuelo posible, y su soledad es, pues, mi derrota definitiva.
Pasan los años y las gentes, ¿O es que no los oyes?.
¿No gimen cada noche en silencio, como mi perro?.

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