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EL DIARIO DE SVETLANA

Al fin sucedió; en menos de una semana, el honor de aparecer en televisión (el motivo parece dar igual), sufrir una encerrona y perder la vida violentamente. La tal Patricia del diario famoso, nauseabundo, lamentable y altamente inmoral puede tranquilamente hacer una muesca en su micrófono maloliente. Seguramente su audiencia sube después de saberse la anécdota de la que, por supuesto, no sienten ningún remordimiento en los despachos de Telecinco. Enhorabuena, maestros, ya podeís hacer un especial titulado, en vuestro vomitivo lenguaje rastrero, algo así como ¿Has decidido matar a tu pareja después de hacer el ridículo en televisión? con esa cara de plato de partir cochinillo que tiene la muy... y así seguir educando al personal, personal que uno se imagina babeando ante las bajezas que muestra la presentadora en cuestión, rubia de bote, de rostro semicrispado y con pinta de cobrar su buen dinero por reírse de un público ineducado, asilvestrado y encantado de observar este tipo de humillaciones, ridículo, inútil, incapaz, zafio y fácilmente acaparador, absorvedor, devorador de inmundicia mental y moral.
En fin, la tal Svetlana ya no saldrá de casa con la ilusión de visitar el estudio y ser entrevistada por la razón que sea. La pobre no va a ver ni un programa más ni nada.
Y qué, si Patricia y su equipo de amorales cobran a fin de mes un dinerillo que les permite vivir en uno de esos adosados tan impersonales y olvidables como el magisterio tétrico que imparten con dulzura entre su grey. Profesionales y concienciados.
Quién entiende esto.

Comentarios

  1. ¿Que se puede esperar de una televisión con un presentador tan feo de un programa tan patético como el de "La noria"?

    Los miembros de nuestra familia cada vez se parecen más a Ignatius J. Reilly, cada uno a su manera.

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