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ES UN HOMBRE DE DIOS

El señor obispo de San Sebastián, individuo de trazos redondeados y mirada algo algo turbia, prefiere llevarse bien con sus supuestos hermanos antes que estar en contacto con la verdad y la honestidad, esto es, con Dios. Pero no son hermanos en Cristo, son gente que no conoce a Dios, o no lo comprende, o no le importa Dios. El señor Uriarte, apóstol de la única Iglesia verdadera y absolutamente clara, se pasa por el forro las enseñanzas y la luz que irradia Cristo a las almas que lo han seguido y lo siguen, y prefiere jugar a la comprensión con las bestias que no son, ni pueden ser, católicos o cristianos.
Habla con las palabras sucias propias de estúpidos, e incluso, con la jerga nacida en los oscuros cubiles nacionalistas. Y resulta que es un hombre de Dios, un pastor de almas. Este tipo de indefinición que no es ni quiere ser fría o caliente, sino tibia, ya sabemos a que conduce; y sobre todo ya sabemos que lo que puede ser admisible en una persona normal en la región vasca, es absolutamente desagradable en una persona que ha consagrado su vida a Dios. El señor Uriarte, que seguramente ama a Dios, es indigno de dirigir a los católicos de San Sebastián, pues es seguro que los verdaderos católicos de San Sebastián no son asesinos ni amigos de asesinos. Son personas sanas y avergonzadas por ciertos paisanajes. Habla el obispo a los sindios.
En fin, que si un obispo es tan repugnante y cobarde (no quiero pensar que es un defensor de la mentira y la violencia absurda), lo que hay que hacer es evitar que lleve el nombre de Dios y los símbolos de la Iglesia pues la está ensuciando, avergonzando y traicionando.
No es de mi Iglesia y me dan asco sus palabras y sus posturas lamentables, insanas, blasfemas.
Si esto es un hombre de Dios, sería posible pensar que Dios no existe, lo cual es falso. Dios existe y brilla, a pesar de estar temporalmente representado por cobardes incomprensibles.
Pero son sólo sombras en la magnitud de los siglos, manchas que se ofenden a sí mismas, mascaradas y niebla.
Nada, al fin.

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