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TELEPROMTER

Enciendes las noticias y un presentador muy digno te dice lo que sientes. Es decir, tu reacción a la noticia. Entonces la confusión te invade. Por ejemplo, cae la bolsa; pues nada: un reportero sale a la plaza de castilla o donde sea y planta el micro a todos los indocumentados que por allí paran. Naturalmente, la gente hace lo que ve, y por tanto responden en ese idioma indefinido, cocido a base de frases hechas que nos caracteria y cuyo máximo e incomprensible exponente es Gran Hermano.
Así llegará el día en que todos hablemos a golpe de frases hechas, mal hechas, y de nuestra comunicación nazca un nuevo Babel, pues este tipo de jerigonza ya está en las conversaciones cotidianas, y no hay cosa peor que escuchar a personas que dicen cosas por conocimiento fonético y se van hinchando gracias a su florido y pulcro lenguaje, sin saber el inmenso ridículo que su incapacidad oral sufre.
Esta erosión es muy propia de nuestra cultura, tan pobre y endémica, que a los palurdos criticones con los inmigrantes sudamericanos no les cabe en la cabeza que muchos de ellos manejan nuestra lengua con una soltura y capacidad exquisita, lejos de esta vergüenza lingüistica.
Entonces enciendes la tele, y los telediarios te dicen lo que debes sentir, pero no aportan la visión que deberían difundir para la desburrificación de las masas Granhermadianas, pobres.
Pon la alcachofa en un ladrillo, periodista, a ver si te da bola.

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