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PREGUNTAS SOBRE LA FARSA

¿Qué hace un niño de 18 años a las cuatro de la madrugada en un bar de copas, un sábado noche? ¿Qué hace, un niño que está absolutamente retrasado en los estudios, bailando y bebiendo (poco o mucho) fuera de casa, lejos y perdiendo el tiempo?. No era un santo varón, era una persona normal, algo despistada.
¿Qué impulsa a una chica que es empujada por descuido a buscar a su novio para que apalice a un chico algo despistado? ¿Qué siente ahora que la sangre del chico ha sido derramada? No es una persona normal, es responsable de un asesinato gracias a su orgullo y estupidezy, probablemente, a unas copas de más mal digeridas. Ésta es la principal responsable.
¿Qué hace un portero que no lo es, a las cuatro de la mañana, haciendo caso de una lerda y, demostrando que los euros del gimnasio sirven para algo, lanzarse como un energúmeno sobre un niño hasta reventarlo? ¿Y qué si les insultó después de unas tortas? ¿Merece morir o sufrir?
¿Que hace un cliente especial que se supone no bebe, sino que lleva bocadillos a los empleados, repartiendo mandobles entre los clientes que no lo son?
No es un cliente especial, es uno de tántos encefalogramas planos que pueblan las puertas de las discotecas. Un asesino repugnante, como los demás.
¿Qué hacen unos cobardes en manada golpeando hasta matar a un niño algo despistado, un sábado a las cuatro de la mañana, jaleados por la sucia novia de uno de ellos, pobrecita, empujada?
¿De donde salen estos anormales profundos? Pues de aquí mismo.
¿Qué hacen los padres de un asesino cuando el nene mata? Echar la culpa al pijo, por pijo.
¿Qué hace el alcalde ahora, que hay un muerto? ¿Por qué dispara en todas direcciones, después de todo? ¿De quién es la discoteca brutal? ¿Es del ayuntamiento? ¿Por qué todos salen por peteneras, como si el muerto no tuviera importancia o se hubiera muerto sólo?.
Hay siempre demasiadas preguntas sin respuesta, muy poco remordimiento y mucha miseria en casos así, porque lo interesante es librarse y no pensar en las consecuencias de nuestros actos. Hay tanta tristeza y liviandad en los corazones que no importa nada de lo que hagamos, es culpa de cualquiera menos nosotros, que somos inocentes.
Dura realidad de nuestra sociedad, tan poco dada al escarmiento y al correctivo severo a los violentos, a los salvajes, a los imbéciles sin fisuras, cada día más.
Mientras, se está jugando al mundo de la noche, una especie de prueba de vida y de peligro artificial, creada para excitar a las mentes enfermas y dotar a su vacío de una razón de ser a través de un trágico juego de rol.
Finalmente, el portero te mira y pronuncia la frase definitiva:
-¡Si quiero, te mato!
O algo parecido. Y así, entre risas, la infamias crecen y la vida, poco a poco, se convierte en un largo y perezoso gesto de inocencia.
Y pasan los años justificándose hasta de lo más despreciable, su propio vómito vital, que no ven ni quieren ver. Un mundo así, lleno de Toños, absurdos, ignorantes, asilvestrados, palurdos, cobardes e inservibles. Y de padres de Toños, obtusos y egoístas, y de novias de Toños.
Y después nacerán pequeños Toños, con el puño preparado y oliendo a bestia.

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