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LA AYUDA EFÍMERA

Los bancos cobran por la ayuda que la gente aporta a Haití un pequeña comisión de transferencia. Los periodistas destinados allí han tenido que salir del aeropuerto, donde no pintaban nada y además nos dicen que robaban comida de la ayuda a los damnificados.
Lo primero que han pedido, casi a la misma hora que el terremoto de marras, ha sido dinero. Diríase que la podredumbre de cierta gente supera la bestialidad, y sin embargo hay personas tan inmensas que su ayuda allí en parte compensa el asqueroso espectáculo que nos brindan cada día la masa sucia y egoísta que conforma el grueso de nuestra sociedad.
Por esos hombres justos salva Dios al mundo, creo yo, porque no hay quien se crea que el hombre es civilizado a estas alturas y que la humanidad se acerca a la perfección. A lo que se acerca es a la miseria moral más abrumadora, enorme boca negra demoníaca.
A ésos que roban con pretexto de proporcionar ayuda espero que los filetes del viernes noche en restaurantes de diseño les sienten bien, pues cada bocado es un asesinato cruel.
Las lágrimas pierden todo su sentido cuando el sufrimiento cotiza en bolsa.

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