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ARTE PEREZOSO

El otro día ví una película del genial Woody Allen, y comprobé por una parte lo mucho que debe este tipo al cine clásico, y por otra lo poco eficaz que resulta a la hora de desarrollar sus magníficos planteamientos. Parece de otro mundo, un tipo con talento descomunal, y a la vez incapaz de convertir sus propias creaciones en arte perdurable; dándole vueltas al caso pienso que se debe a un comportamiento clásico en ésta nuestra España querida: el arte perezoso. La cosa consiste en hacer un inmenso envoltorio de gran atractivo y poder cautivador, y después rellenar la cosa con el vacío casi perfecto y, además, repetitivo. Allen lo tiene todo, pues hay situaciones, dialogos, planteamientos maravillosos, pero el conjunto es olvidable. Está claro que no quiere dedicar más tiempo del necesario para preparar sus películas, y quizá sea esto lo que provoca escasez de grandes películas en su filmografía, aunque alguna hay.
En España, y por extensión, en la cultura hispánica pasa lo mismo pero eliminando el genio, el talento, la inspiración y la trascendencia de la obra. Por eso no hay dios que sea capaz de tragarse la propuestas que salen de nuestra masa artística. Analicemos el asunto, que tiene miga.
Empezaremos por el envoltorio clásico del arte perezoso. ¿No os dais cuenta la cantidad de desarrapados y desarrapadas de pinta sucia que pueblan las calles, los teatros, las galerías o cualquier estancia que huela a arte? Capas de tejidos en lana desastrado cubren sus carnes, en una burda identificación del aspecto tipo mayo del 68 con actitud iconoclasta y enteradilla, actitud y maneras que encajan con dificultad en un discurso artístico realmente culto, desarrollado o simplemente coherente. Cuatro nombres absurdos elevados a sus altares (lease García Lorca o Neruda) y vanguardia extravagante en sus diálogos. Empiezan a hacer teatrillos en barrios más o menos baratos de sus cuidades, y algunos simplemente van subiendo el escalafón perezoso, aunque sean hijitos de papá camuflados: hablamos de los Bardem, Toledo, Amenábar y demás. Por esta razón, una vez instalados en la opulencia, sus maneras y actitud es igual a la de sus comienzos, creando el efecto homogéneo de arte. Esta simplificación mía requiere explicación: creo este batiburrillo para ser rápido en las conclusiones, pues lógicamente no todas las historias son iguales, pero sí muchas de las actitudes y universos de estas hordas artísticas, que es donde quiero llegar.
El habla del artista perezoso se caracteriza por la nada, soliloquios extravagantes trufados de citas erróneas de sus santones para, al final, atacar lo que esta gente considera su enemigo mortal: la burguesía. Con esto empieza el hastío, cuando el actor o la actriz explica la faja social que aprisiona su personaje y lo reduce a carne y huesos y sufre y todos somos ella, es un bombón de personaje y se ha pasado muy bien en el rodaje y blablabla... Resultado, una expresión artística vacía, ya sea teatro, cine o televisión.
Te enseñan como superior el decadente cabaret berlinés de tal y cual década, o los trazos babeantes de cualquier pintamonas lejano en el tiempo, o los balbuceos literarios de ignotos berzotas elevados a genios por obra y gracia de su filiación política o situación social, aunque son capaces de subir cientos de peldaños a artistas de segunda como pueda ser, precisamente, García Lorca, simplemente porque ayuda a retroalimentar a los cachorros perezosos que continuarán la labor. Lo bueno de todo esto es que los cachorros no tienen necesidad de aprender grandes cosas, pues sus santones son garabatos mentales, tan simples y digeribles como una tableta dispersable. ¡Ojo con desdeñar esta corriente, ciudadano, estarás en el infierno artístico llamado pijolandia, así las estructuras de esta caterva!.
Abreviando. Una vez establecido el marco del arte perezoso, simplemente se trata de adornar lo accesorio, y en esto nuestro hermoso país es potencia mundial. Reconozco mi envidia y aplauso ante nombre y eslóganes tan jugosos como La Casa Encendida, La charca inútil, Ensayo sobre la ceguera, La Alianza de civilizaciones, La mujer del anarquista, El truco del manco, los amores difíciles y cosas así que esconden un cerito casi, casi, mal escrito o dibujado o presentado.
Bueno, me he aburrido y termino ya. Éstos que se forran en base a la ignorancia general son los culpables de que grandes nombres y corrientes no salgan a la luz y perduren enriqueciendo nuestras vidas en vez de empobrecer mentes, pero ya que están ahí, pagados por el erario público, que tarden un poquito más en elaborar sus bodrios e intenten salir del dadá. Pues hubo y hay gente que se eleva a base de tesón y dedicación, gente incluso limitada. Mira a Arturo Fernandez, o a Tip y Coll o a nuestros secundarios clásicos, cómo brillan los que han coincidido con las nuevas generaciones.
Porque hay que tener genio, sí, pero si no se tiene hay que tapar las grietas trabajando. Trabajando, puliendo, obsesionándose. No todo es boquitas de piñón, efímeros.