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AL CAER

Quise rozar mis manos con las suyas, pero el cielo hambriento lo impidió. Estaba cerca y solicité ayuda, en voz baja y avergonzado; ahora tengo algunas horas para recomponer lo que queda de mí, de mí.
No se habla de esto lo suficiente y no hay motivo. cada hora zarpa un barco turístico a la zona y se envían postales a todo el mundo con buenas fotos y palabras aburridas. En Barcelona quieren la libertad pues sus pecados son personales, tan íntimos que no les gusta compartirlos.
Comen mal y a deshora, son europeos, pero ¿de donde?.
Abrí la mano, y la piel en flor me sonrió. Esta alegría duró un día.
Un día feliz.
-¿A donde vamos, padre?
-A Barcelona, necesitan sentirse muertos...