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ESO DE VOLVER

Era hermoso entonces cuando era posible. Tenía la cadencia de los momentos perpetuos, los días y los años de entonces, la piel enriquecida, el cielo abierto, la luz, la luz. Crece pues la memoria y se arracima en pequeños abrazos, chispas que proceden de allí donde otros eran guías, y fuera la decisión de avanzar o romper. Porque se concibe la esperanza de un patio inmortal y la apatía del cielo encapotado, un destello de azul eléctrico y mal paso de jinetes fastasmales.
¿Era hermoso entonces? De las palabras mal dichas brotan lagunas esterilizadas, de los pasos que a poco se desvanecen, del verano analógico, hijos de pelea y potencia, hijos del saber. Luego ya se sabe: una cosa lleva a otra, el orfebre se equivoca y se forma un inmenso insulto que devora a sus hijos y repite costura. Las líneas pierden fuerza y no son claras, la mayoría de todo es diferente a lo que parecía entonces, y eso que ahora pienso que era hermoso vivir aquellos días de suave lentitud, de sol, de mirar y comprender que una vez la mente estaba fresca.