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EL ROSTRO DE LA BESTIA

Para que nuestra querida carbonita no esté sola en la galería de mujeres feministas amigas de repartir el dinero ajeno y apestarnos con sus brutalidades, traigo a su amiga Bibiana, cuyo valor real de mercado le situaría entre dependienta de perfumería y recepcionista de algún fabricante de tornillos, pero que gracias a la bondad y perseverancia de los amigos socialistas (el padrino Cháves, experto en desaparecer los euritos), se ha labrado una hermosa carrera en la cosa pública, con múltiples posibilidades de negocio, como acaba de descubrirse en la cuentas del ministerio de Igualdad (que igual-dá llevarse uno que cien). Esto no pasaría de ser una cosa normal entre los progres de postín, amantes del lujo fácil y sobre todo sin trabajar, que para eso están otros; y no es la razón de su presencia en la galería de los miserables recién iniciada, a la que oponemos la galería de los grandes de verdad, ésos que hacen posible la esperanza en las personas. Esta Bibiana es la guapa que ley tras ley se ha dedicado (aparte de llevarse los dineros), a promulgar y regular la masacre de los seres vivos, que no humanos mientras tomaba sus copitas, se trincaba a su novio colocadito por ahí y bien pagado y se iba de parranda con coche oficial. Sobre los cadáveres de los inocentes se ha labrado su universo palpitante la hermosa socialista, y después de su labor asesina y criminal espera vivir bien para los restos. Como Dios no puede dejar de lado a estas bestias, imagino que una vez realizado el tránsito, asesinos y ladrones pagarán estas cuentas (abultadas, generosas) de infamia y miseria. Que Dios te espera, guapa, no faltes a tu cita: aunque eso tampoco tiene ninguna base científica, es real. Allí recogerás la siembra.
Como el fuego eterno. Que vivas mucho, buena mujer.