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NUEVAS LECCIONES DE JUSTICIA

Esta persona con aspecto de gafapasta emocionada (que es la típica persona sin ideas propias y que en determinado momento elige una tendencia porque sus amigos, que la collejean, hablan con ella y en cierta forma le hacen sentirse humana, no excluída de una sociedad que no la entiende y la rehuye por larva) es Isabel Coixet, cineasta de prestigio. Sus películas se caracterizan porque sudan sentimiento y supuesta sensibilidad a la manera progrelista, y destaca porque es española y europea, y seguramente porque en el mundillo rancio del cine de aquí no hay más. Entonces, Coixet es nuestra directora sensible, aunque yo sospecho que hablar, lo que dice hablar con este manojo de inseguridades, no lo practican ni los actores a sus órdenes, tal es el grado de vergüenza ajena que provoca. ¿Recuerdas cuando salías con alguien ciertamente repelente y entrabas en el bar, la discoteca o lo que fuera y evitabas que nadie te relacionase con tu monster-acompañante?:Isabel Coixet en diferentes versiones, más conocido por El Acoplado o también El Pringao. El problema con este tipo de incapaces sociales de tipo mimético es que son agradecidos hasta la nausea con quien les acoge en su regazo, aunque sea a regañadientes. Y como el colectivo gafapasta de izquierda es así y la tiene en regazo, pues esta grulla nos apesta de tanto en cuando con su sensibilidad a flor de piel. El resultado es un documental (seguramente vomitivo, seguramente repugnante) sobre uno de los tipos rastreros de nuestra élite: Mister Garzón, el juez chiflado cuya noción de la ley está más allá del famoso Juez Roy Bean, y que, como buen gafotas progres llora cual Magdalena su expulsión del trono. Nos cuenta Coixet que hemos sido malos, malos, con este especimen caído en desgracia, y que no debería estar como está, sino repartiendo su ley peculiar a toda España, azote de liberales y desviado de la doctrina facha.
Verás, engendro indefinible: Garzón es un caradura que no se sostiene en un lugar civilizado y que debería estar ya contando los años que le quedan de encierro por las miles de infamias que ha perpetrado, en vez de quejarse. Y tú deberías dejar de jugar con la Nancy, volver al Carrefour mas cercano y recuperar tu puesto de reponedora, encontrar un novio eructante y seguir donde te corresponde, recibiendo collejas y oculta a la vergüenza de los ciudadanos, que cada vez que te ven se angustian pensando como es la vida cuando uno carece de toda habilidad social, cognitiva, coordinada o simplemente humana. Porque la mona se viste de seda, pero que mal disimula.