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EL GRAN BOCHORNO

Que los profesores y profesoras protesten por dos horas más lectivas a la semana, cuando tienen que hacer tutorías, reuniones con los padres, preparar las clases y eso les lleva, por lo visto, más de veinte horitas cada semana, que protesten, digo, parece una broma o una muestra más del ganado ideológico tan abundante en la piel de toro.
Que los subnormales de siempre firmen su manifiesto ignorante no es tanta broma, refleja la miseria infinita de los abajofirmantes.
Que haya que sentir pena por los asnadores profesionales, cuyo máximo mérito parece ser la creación en masa de ignorantes titulados, y que van a engrosar la fila del paro como todo hijo de vecino, parece una obligación estúpida.
Que digan estas fieras del saber que tienen que preparar las clases suena ya a dos posibles hechos: Que ellos mismos sean asnos irremediables para impartir con soltura disciplinas que debieran dominar dormidos, o bien que no saben qué decir para justificar su negativa y rebeldía injustificable.
Que Esperanza se haya propuesto acabar con los sobrantes y tenga por fin arrestos para meter la tijera en los enchufados de segunda es una gran noticia. Quizá pronto salgan personas pensantes de las aulas públicas que, dicho sea de paso, parece estar mejorando mucho, mucho, mucho.
Ánimo, presidenta, estás en el camino de la decencia.
Y muchas gracias por ser.