Ha muerto la quinta chica de del aquelarre de Halloween. Dejando al margen la estupidez infinita de esa celebración, que no es sino la excusa para ponerse morado y hacer el gilipollas (cosa normal en ciertas edades especialmente), el espectáculo de todos los implicados, dantesco y vergonzoso, nos dan una idea bastante clara de nuestro país, de nuestras ciudades, de esta sociedad desolada, acabada, asquerosa.
Se han fundido a un par de pringados del ayuntamiento; pringados relativos porque su inutilidad y servilismo estaba remunerada, y probablemente muy bien.
Han hecho una comisión (con diversas subcomisiones, con tareas bien definidas, Asterix dixit), seguramente con dietas y demás mierda.
Y eso será todo.
La alcaldesa no dimite, el amigo del empresario no dimite, ninguno de los realmente culpables de esto no van a dimitir ni a pirarse a su puta, infecta casa. Ni uno sólo, faltaría más.
El miserable que petó el recinto y se llevó el dinero no tiene ningún complejo en comer caliente y caro, y pasa de cualquier responsabilidad, ni siquiera en la soledad de la noche. El dinero y los muertos, pero son muchos euritos a engordar la cuenta corriente.
Y se viste caro cada día, y piensa en cómo seguir ganando dinero, y se la sopla bien soplada que muera gente en sus tétricas, deprimentes, asquerosas fiestas, y se abrazará a las mismas personas que le han hecho millonario y a las que ha hecho regalos adecuados. Y toda esta mierda humana sigue respirando y todas las mañanas cuenta el dinero sangriento que su puta ambición ha amasado.
Al final, en España no cabe un hijo de puta más; esto está lleno de cerdos cebados, estiércol humano, amigos de la miseria, y casi todos tienen o están relacionados con empresas que se llaman, con dos pelotas, diviertt. Divertirse hasta morir, afirmaba el libro.
Amigos estándar: Que se diviertan en vuestros chanchullos repugnantes vuestra puta madre... esa que recibe los regalos nacidos de muertos, estafados, DJ´s y miseria infinita.
Sigue jodiendo, figura, sigue jodiendo, pedazo de asesino. Sois todos amigos de la muerte, asesinos, escoria infinita. Cómo me gustaría ver vuestras lágrimas en la hora suprema.