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NO ES ASÍ SI ASÍ NO ES

Y un ejemplo de este proceder vergonzoso y falto de rigor fue la conocida foto del niño Aylan Kurdi el pasado verano, con el consabido festival de reproches, interpretaciones ventajistas y, al cabo, una parodia de lo que debería haberse convertido semejante aldabonazo para las sociedades libres de verdad.
Esa foto con toda su carga humana no puede hacernos olvidar que una pequeña vida, preciosa para todos y cada uno de nosotros, vital incluso, esa vida no puede quedar así como así en una excusa para eslóganes ridículos. Su muerte dice muchos de nosotros, demasiado. No se trata de culpar a la infame Europa o el horrible occidente de este hecho. Porque la realidad es que no sucedió aquí, sino allí; por lo tanto, el mal que ha acarreado esta desgracia debe combatirse en origen. Si te quitas el disfraz ideológico podrás comprenderme: no es el capitalismo ni el comunismo ni Rusia ni el Estado Islámico, ni siquiera es el infame Al-Assad con su idea de que Siria es suya y nada más, no. Es que, como en tantos sitios, se está violando a una sociedad entera y la obligación de los paises libres, libres de verdad, es tomar las medidas oportunas para que las personas puedan vivir en su casa, aplicando la fuerza si es necesario, y restableciendo el orden, haya ONU o no la haya.
Como es lógico, los regímenes opacos usan los territorios como cobayas para sus prácticas, y Siria no es una excepción, pero dígame usted si tiene conciencia, que la muerte de un niño da la razón a quien obligó a las personas a salir pitando de sus casas para no ser masacradas. No sólo no se la da, sino que directamente se la retira; por lo tanto, igual que si vemos un abuso de poder en nuestra casa hay que neutralizar al abusón, debería ser de cajón poner los medios necesarios para que en estos países desgraciados no se martirice a la gente en nombre de Dios sabe qué razones.
En este sentido, por ejemplo, el Welcome Refugees del ayuntamiento de Madrid rebela hasta que punto la inconsistencia de criterio deja que pasen oportunidades de rectificación en ciertos asuntos por aprovechar en directo una imagen, en beneficio propio y bastardo. Asimismo, la opinión vertida por ciertos comentaristas de que la muerte de Aylan no es culpa nuestra carece de veracidad, porque de alguna manera es culpa nuestra no obligar a nuestros pacatos gobiernos a mostrar valentía y forzar una inmediata salida al problema de la masacre silenciada. 
Cuando una especie de sacerdote algo sospechoso pone en su belén una figurita de Aylan está banalizando de nuevo en provecho propio la tragedia, y encima nos responsabiliza de ella; y lo peor es que tiene razón y no la tiene simultáneamente. Y justamente este tipo de cosas son las que explotan en nuestra línea de flotación, porque instrumentalizan la muerte y dejan sin castigo a los responsables de estos y otros hechos; nos conformamos con abrir debates estériles y levemente circenses, creando eslóganes vacíos y reproches vacuos, mientras la vida se escapa en las playas y en los campos no tan lejanos de países no tan distintos. ¿Alguien vigila a los que piden dinero para ayudar al cuarto de hora de cualquier catástrofe? ¿Alguien se pregunta realmente qué hay detrás de estas campañas? No se trata de teorías de la conspiración, se trata de exigir transparencia. La muerte de Aylan se convierte en una forma nada sutil de recaudar dinero, y no hay noticias de que llegue la ayuda (inútil por otra parte en las circunstancias en la que se intenta dar) a algún sitio real.
En suma, el problema de los refugiados no es, curiosamente, no poder acceder en masa a los países de acogida que en el fondo no tienen interés en recibirlos, ni ellos en realidad soñaban con irse de sus hogares, sino más bien la falta de energía de los países y sociedades que eligiendo vivir en libertad no imponen unos mínimos de convivencia a países y sociedades impermeables a la democracia y a la libertad.
No consiste la estrategia en traer la insanía a las sociedades desarrolladas, sino de extirpar cánceres allá donde se reproduzcan, por eso los refugiados y Aylan nos reclaman justicia en origen y si no es posible, acoger y cuidar, pero cerrando herméticamente cualquier relación con las sociedades enfermas.
Los de siempre nos reclaman otras cosas, entre ellas que aceptemos la enfermedad como signo de tolerancia. Están en su derecho.
Pero no seremos tan tontos de dar el visto bueno a la introducción del caos, ¿no?.
O sí; al fin y al cabo todos somos Charlie, dicen por ahí... Deberíamos empezar por rechazar las frases de este tipo para dar lecciones a los demás, también es verdad.
Y la foto sigue ahí, diciendo todo.