Ir al contenido principal

JE SUIS SUBNORMAL PROFUNDO

Los muertos de Bruselas no necesitan para nada velas, ni flores, ni palabras mil veces repetidas por los inútiles habituales. No les hables de paz ni de concordia porque ya no escuchan, están muertos. No han sido abatidos por el capitalismo ni por la Iglesia ni tampoco por los políticos, que bastante tienen con su incompetencia y su nivel profesional abisal.
Necesitan venganza, como siempre. Necesitan, o más bien sus familias y amigos, saber que sus muertes injustas y arbitrarias serán reparadas. Todo lo demás es basura sobre mierda sobre escombrera.
Pero lo peor es lo de siempre, la mierda estalinista que no se va jamás, y que aprovecha estas catástrofes para soltar discursos rancios, esquizofrénicos, vacíos de contenido y continente; no pasa nada por que tengamos entre nosotros subnormales de verdad, y no me refiero a los afectados por la enfermedad de Down y derivados, que bastante tienen con que los basurientos quieran liquidarlos casi desde la concepción, no. Me refiero a los que por perturbación o/y putrefacción vital eligen la vía de dar por saco permanentemente desde altavoces astrosos puestos a su servicio, vaya usted a saber con qué fines.
Estos subnormales, digo, no molestarían si se mantuvieran en sus carcasas naturales (universidades de pega, asambleas callejeras y demás hábitats de botarates), pero es que resulta que actualmente se buscan las habichuelas a costa del dinero, esfuerzo y seriedad de la gente, capitalista o no, que cada puta mañana va a trabajar y tiene que pagar la vida a quien vive de joder la de los demás, desde alcaldías y demás organismos representativos del pueblo.
A estos observadores, aliados conscientes de los terroristas, sus amigotes, son a los primeros a los que habría que regalar billete a cualquier lugar donde la miseria crece y pervive (EI, Cuba, Venezuela, Bolivia, Irán) y, como observadores o como subnormales oficiales de occidente, planten sus improductivas posaderas y organicen si pueden asambleas mientras los porros pasan de mano en mano.
Y luego, si les place, que cojan un arma para volver a cara descubierta, o abran las piernas para distracción de la morería, y por fin saquen de una vez sus ovarios de nuestros rosarios (occidentales).
¡Qué paz dejarían!
Goodbye, refugees!