Ir al contenido principal

LA LISTA INFERNAL

Y ahora van y sacan la lista de Panamá, así de la manga, como una relación de vagos y maleantes. Como la lista de Schindler pero con ricos, como la lista de apoyo a los desahuciados pero sin drama. Una panda de egoístas insensibles, que no quieren pagar la sanidad, la educación y la vivenda justa al pueblo, entendido éste como concentración de impedidos incapaces de valerse por sí mismos.
A mí lo que me angustia de todo esto es saber mi nivel ínfimo de operatividad en la vida, pues ya me imagino un mundo al pensar en abrir una cuenta en España, pues Panamá debe ser como el Everest de los aficionados a abrir cuentas bancarias, un reto brutal, un ochomil... Una miríada de intermediarios raspando tus dineros para lograr un número de cuenta en Panamá, dinero sucio, negro, apestoso.
Antes creía -ingenuo de mí- que el proceso de enriquecimiento consistía en tener una idea, divulgarla, conseguir financiación y ponerla en circulación hasta su implantación y expansión desbordante en todo el mundo conocido, no sé, un Iphone, pero resulta que no es así en absoluto; la mayoría de las veces, sospecho, se trata de robar una idea, engañar a alguien que ponga el dinero, untar a los poderes públicos para que compren el producto en cuestión, aplastar unas cuantas cabezas y, finalmente, abrir una cuenta en Panamá, como los tipos éstos de las renovables, Abengoa. La verdad debe ser una mezcla de ambas opciones con todos los grises posibles. En cualquier caso y de cualquier forma jamás seré persona de posibles, así que la lista esta me da un poco igual, excepto por el detalle llamativo de la criminalización de toda persona que aparece en la relación de marras. Son, nos hacen ver, todos culpables. 
Y yo, pobre de solemnidad y triste marciano que a veces cuenta cada euro, pienso que es más que posible que las cuentas sean, en muchos casos, simples instrumentos de depósito perfectamente explicables y perfectamente decentes. Por ejemplo, una persona que trabaja en Estados Unidos y que necesita una cuenta para cobrar esos trabajos, o una persona que quiere tener dinero en distintos sitios por si las cosas se ponen feas y han de salir por piernas de su país. 
Y, claro, también chorizos internacionalizados.
Por eso no me indigna que salga gente como Almodóvar o la hermana del rey o Bertín Osborne, porque entiendo que su dinero es suyo y me parece que, desde luego, mío no es y no tengo derecho a reclamarlo. Y si lo han sacado de España sin declarar, pues hay un organismo al que se supone encargado de detectar y reclamar las cantidades pertinentes, llamado Hacienda. Pero claro, Hacienda prefiere lo fácil y persigue a los basurientos con nóminas pequeñas, los peces pequeños, fáciles de atrapar, que los otros tienen demasiados recursos o son de los nuestros. Por ejemplo, el famoso Pte.
Por eso lo que me fastidia es toda esa gente que, con la excusa del servicio público me roba cada día en impuestos, multas, tributos y demás, esa gente que, en realidad, no necesita irse a un paraíso fiscal porque lo tienen en casa, a mano y a manos llenas. Esos sí que me molestan.
Los de Panamá no, o por lo menos no todos. Prefiero a los que evaden impuestos a los que los roban descaradamente esos mismos impuestos de los demás... ¿Te das cuen?.
En fin, un drama lo de Panamá, en Algete están que trinan contra los ricos, qué se habrán creído esos pijos insolidarios.
(Animado por estas reflexiones, mi amigo Lamberto intentó ayer abrir una cuenta en Panamá, pues considera éste el primer paso en su camino a la cúspide. Después de horas de infructuosas gestiones, al otro lado del teléfono último resonó una risa cruel, sarcástica, inhumana que le hizo comprender al momento el estado financiero y vital astroso de su existencia. Una desgracia)