Ir al contenido principal

EXPRESIONES DE LA SOLEDAD INTELECTUAL (O COMO SER UN PERFECTO FARSANTE)

Entiéndase la imposición de los modernos creadores de opinión como penitencia debida a nuestra ignorancia. A través de la televisión (sobre todo) somos objetos de una especie de experimentación y bombardeo inmisericorde de ideas, falacias, atribuciones y posturas incompatibles con la más mínima lógica sana, y lo peor es que normalmente estos atrabiliarios personajes que cual tifón agreden los hogares españoles eligen para desparramar su verborrea muflónica las teorías que más se acercan al australopiteco o, quizás al homo habilis; con la seguridad de que los autores que citan en horrible letanía impresionarán a una audiencia hecha de hamburguesas, ignorancia y búsqueda continua de manduca digerible en corazones planos, necesitados de una ideología atractiva y comprensible, ellos que jamás abrieron un libro con espíritu crítico. Hordas de Play Station ("para vosotros, jugadores del vacío") y de series televisivas berreantes, ji-jo...
Citando autores y citándolos mal, claro. 
Así las cosas de nuestros intelectuales de saldo, el castillo de nuestra esperanza en un mundo realmente mejor se desploma a borbotones sobre la base inestable de nuestras universidades, los centros de saber humano más catastróficos desde el nacimiento de Petete. Porque de las aulas salen y en ellas moran estos lumbreras, que ese y no otro es el núcleo irradiador del libro gordo famoso.
Resumiendo y abreviando: No es que no sepan y lo ignoren gracias a un barniz cultural de todo a cien, puesto que casi todos nosotros no sabemos un pimiento de nada. Es que no sabiendo creen saberlo y se permiten expresar casi obscenamente los resortes de su ignorancia, a cita viva de tipos en muchos casos igual de zoquetes que ellos mismos.
No saben que no saben y a eso se aferran pretendiendo saber. Los demás tampoco sabemos, pero lo sabemos con certeza absoluta.
Ahí está la gran clave, el quid.