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LA RESISTENCIA

Al margen de otras peculiaridades típicas de la democracia bananera y pancartista que aflora cada vez que salen a la luz cosas como éstas, y que no dejan de ser reflejos de una sociedad teledirigida hacia un pensamiento único realmente (al menos para mí) incongruente; al margen, digo, de esto, doy mi aplauso a la iniciativa de HazteOir. No sólo tienes los bemoles de pasear el autobús con un mensaje claro y diáfano, sino que dan en el centro de la diana al rechazar el mensaje opuesto en Pamplona hace un tiempo.
Uno paga de su bolsillo su mensaje, otro paga de la estafa pública su mensaje. HazteOir simplemente saca a pasear una verdad como un templo, y los otros sacan a pasear (con dinero que no debería servir para eso) el clásico mensaje alucinado y de amplias tragaderas habitual, desde no se sabe qué poderes.
La policía del pensamiento ya se ha puesto en marcha para detener la siguiente frase, insultante a más no poder:
Los niños tienen pene, las niñas vulva... Éste es el mensaje, y no otro; puede resultar ofensivo a ciertos demócratas de manual, normalmente a la izquierda tancredista y a los habituales terroristas de la razón. A nadie más.
Por mi parte fenomenal, la democracia es así: A veces gana uno y a veces otro, y puedes pensar lo que quieras. Hacer lo que te sea permitido, a uno y a todos. Como España no es ni de lejos una democracia conviene recordar a los energúmenos que las personas con pensamiento crítico no aceptan ciertas imposiciones porque sí. A mí me da lo mismo que un desencajado mental me venga a vender que las niñas tienen pene si les da la gana, porque la frase adecuada es: Las niñas se ponen pene. Que al final cada uno hará lo que quiera y, a fin de cuentas, el cipote o los pechos los suelen acabar pagando los dineros públicos, tan sensibles ellos. Pero a mí no me gusta, NO ME GUSTA y no lo voy a aplaudir.
A los amantes de las consignas prefabricadas en la barricada progre les diré que los niños tienen pene y las niñas vulva desde el diluvio y antes. No es transfóbico sino una realidad acojonante.
Ahora que nos vienen con el desfile del orgullo gay, es bueno sacudir ciertas mentalidades raciofóbicas, o lo que es lo mismo, mentalidades epiteliales engendradas por la policía del pensamiento. A cada cual lo suyo.
Gracias por el autobús.