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DIOS RECHAZADO

Hay un Dios sobre nosotros, un Dios diferente; y hay un dios entre nosotros, un dios cruel:
El dios de la conveniencia y la violencia es otro dios. El dios colérico, asesino, protegido en la Iglesias al amparo miserable de amantes de lo imposible. el dios que excluye y que mata, el dios odioso de la aldea, el dios de banderas extrañas que nunca hubo. El dios que aparta a los dóciles y a los tranquilos, el dios que ama a asesinos cobardes y a hipócritas sin conciencia. El dios amado por los ladrones y por los desequilibrados, el dios de unos pocos frente a muchos. Un dios sucio y deprimente.
El dios que ansía la muerte, la cobardía, el aborto, el abuso de toda índole. El dios asqueroso que pretende la destrucción de los humildes, la eliminación de la moral y el abandono de la verdad.
El dios penoso, arrastrado entre conspiraciones, amigo del mal y la doblez. El dios que permite a  las personas trastornadas vivir de la miseria y del fraude. El dios flatulento de las sacristías del mal, el amigo perenne de asesinos y lacayos podridos en sus excrecencias. Ese dios. 
El dios de los terroristas...
El dios de los nuevos fariseos...
El dios de los miserables...
Ese dios, el que aplaude cada injuria, cada vómito a la justicia y a la verdad es la deidad malvendida, regalada a la escoria del mundo, desde siempre.
Ese dios no es mi Dios, aunque habite la misma Iglesia, es un dios opaco que convive en la misma Casa del Señor pero cuyo fin es corroerla y destruírla. En mi corazón está el Señor al que ofendo cada día con mis miserias y Ël sonríe y me mira, porque sabe que conozco su mensaje y no falseo su enseñanza.
Sonríe y me espera siempre.
No iré a la capilla equivocada para honrar al dios malo, ni quiero la prédica de su servil esclavo, hijo de la doblez y la serpiente. No es mi gente ni mi doctrina, no quiero compartir su espacio. Quiero mi capilla fiel donde únicamente servir a Dios y entregar mi paz a pecadores sinceros ansiosos de bien. Los que conocen. 
No espero sino dolor del dios farsante, y espero una reparación más adelante del Dios de mi piel, de mi corazón y de mi esperanza.
Ese Dios, el que está y no se olvida.