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PERPLEJOS HORIZONTALES

Te di la mano, sí. Hablamos y reímos juntos.
Pero no hay más; dentro de mi cráneo eres la nada y el vacío. No eres.
Bajo el agua del río corren las palabras y gestos de los días.
Bajo el cielo arden las gentes esperando tantas cosas como granos de arena.
Como granos de arena se escapan del cedazo cruel de las manos, los perplejos horizontales duermen y esperan despertar al albur de cualquier día que no sea absurdo, incompleto, inestable, incapaz.
Sus caras se vienen abajo nada más despertar.
Así las brumas de la noche infinita.