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FRENTE AL ABISMO, ESPAÑA

Mañana domingo toda España se asoma al abismo: así de simple. Es el día decisivo de la democracia, y al final de la jornada sabremos si estamos frente a una nueva oscuridad o lucharemos por resistir en libertad. En condiciones normales, un país racional elegiría desalojar de las instituciones todo aquello que perturba el equilibrio y otorgaría carta blanca a las opciones que pueden poner la maquinaria ajustada y resistente a agresiones de toda naturaleza. 
Pero España no es un país normal.
Si votase únicamente la buena gente, o la gente normal de verdad, no habría caso: arrasan los partidos de centro derecha, el trifachito; pero también votan los ignorantes, los asesinos de la libertad, los enchufados, los que no conciben la vida sin perturbar a los demás, los engañados de una u otra forma. Frente a una suerte de gestión lógica, el caos estéril, la pobreza, el odio. En suma, la izquierda española, parásitos de la moral, vividores de los demás, rémoras sin remisión destructoras de la sala de máquinas; nótese que aquí llevamos quince años de pésimos gestores al frente del estado, quince años. Desde el monstruoso Zapatero pasando por Rajoy, a quien la historia puede recordar como cobarde aprovechado sin principios hasta llevar al rey de los trileros Sánchez, el tiempo en España ha sido una sucesión de desgracias que han erosionado brutalmente nuestro país, por dejación o por acción taladradora y que nos dejan bajo los pies de los caballos.
Dicen que ganarán los que vienen a destruir, los amigos de lo ajeno, los que no tienen reparo alguno en robar carteras y moldear a su conveniencia mentes, los amigo de la sociedad zombi, pero no puede ser. No es creíble. No es posible. La izquierda, los separatistas, los asesinos no pueden aprovecharse de lo que tanto odian, que es la democracia, máxima expresión de la voluntad individual. No deberían, no es posible.
En cuanto la lógica, el bien se impongan, hay que corregir de inmediato todo aquello que utilizan los malditos miserables para sus fines: el sistema electoral que evite que regiones que parecen infiernos decidan sobre todo el país. Esto es vital para la supervivencia de España y sin corregirlo no se puede seguir sin despeñarse brutalmente, inexorablemente.
Si la fortuna nos trae a los miserables unidos, habrá que asumir que la mayoría social de España desea la muerte, la eutanasia tan de moda, y esta primera catástrofe arrastrará a una nación hermosa al sumidero de la historia, en meses quizá. Tan fácil.
Mañana domingo bajo el sol iremos a votar si nos arrojamos sin más o luchamos.
Bajo el sol de Satán o el sol de la esperanza; si este último habrá días oscuros, pero sabremos dónde vamos.
O eso espero con sonrisa helada; ya no queda tiempo.