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LA CASA DEL PADRE

Fui a la casa del padre y recorrí las habitaciones vacías, estériles. Lloraba lágrimas quedas por no quebrar silencios. Pues no quedaba nadie ni las voces alegres de antaño. Nadie.
Donde tú habites yo habitaré, donde tú quieras escucharé tu voz, padre.
He roto mis promesas y aumentado mis culpas: dame tiempo y llegaré dónde estás, si quieres, porque tu casa se ha convertido en un recuerdo y no volveré a ella.
Está vacía y amarga, apenas humo de cuando éramos juntos. Tu casa.