Ir al contenido principal

RECLUSIÓN, PÉRDIDA

Ahora, más que nunca, somos números y datos.
Datos encerrados.
¿Qué esperanza hay después del hundimiento? ¿Quién decide qué hacer después, cuando no pueda hacerse nada? La debilidad de nuestra sociedad, su cobardía y abulia ha de pasar factura.
¿Quién la pagará?
Corderos sin pensamiento, éste sí, éste fuera, todos quietos enfermando porque no saben qué hacer los señores que deciden.
Después al salir al aire ellos volverán a los puestos garantizados por el sudor de muchos, comerán y reirán mientras una nueva epidemia brotará de las cenizas de un mundo desmantelado.
Nosotros en la cuneta pensando sobre el instante de ruptura, dónde el esfuerzo fue en vano, implorando dignidad.
Pero valió la pena para algunos las últimas fiestas.
Lo peor es que nos lo merecemos.