Ir al contenido principal

LO QUE NOS ESPERA

Después de encerrarnos a todos como medida de precaución ante la pandemia uno se pregunta qué tipo de sociedad tenemos, qué nos distingue, qué nos hace fuertes y sobre todo, cómo hemos llegado hasta aquí.
Y la única explicación lógica es que somos diferentes a lo que creíamos. Creíamos que las cosas sucedían porque sí como si un motor autónomo corrigiese la inmensa maquinaria del estado; un motor desvinculado del día a día político, económico, social de nuestro tejido; una turbina mágica que proporcionaba calor y bonanza sin más algo puesto por algún arcano mágico en algún momento de nuestra historia. Por esta razón superamos la infinita agresión que suponen tres presidentes seguidos nefastos para nuestro país, tres iluminados cuya gestión nos abocaba a la negrura sin que no alcanzase al fin la ruina moral y económica que en lógica corresponde a la incompetencia y a la mala praxis.
Europa, despegada no ha hecho nada puesto que seguramente sirve a intereses de otra geografía; Europa.. ¿qué nos ha beneficiado Europa? Hambre para mañana, ventas para los nórdicos.
Aún ahora muchos de nosotros carecemos de criterio para saber realmente qué sucede mientras agonizamos qué planean ésos que deben vigilar y poner en senda las cosas. 
Desgraciadamente pienso que, en realidad saben menos que nosotros mismos y pienso que estamos como país abocados a una miseria de la que será difícil salir; yo no albergo ninguna esperanza para mí no así para mis hijos y solamente daría por bienvenida esta desgracia si de una vez por todas extirpamos de nuestra vida en común el cáncer agresivo de las ideologías patibularias y sus actuaciones metastáticas que minan y corroen todo.
La izquierda tentacular que roe el mundo desde hace demasiado, demasiado, demasiado.
Y me pregunto qué creen que va a pasar cuando empiece a faltar el dinero de todos nosotros los que nos pagamos nuestra propia ruina que supone esto, y que no es otra cosa que cárcel y condena pagada por cada uno de nosotros. Interrogo a Dios oigo a las gentes, y lo único que resuena es el silencio y la tristeza de una temporada en el infierno.
Qué necios hemos resultado ser.