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EN DÍAS COMO HOY

Y que escribo en ratos muertos y me imagino original cuando sé perfectamente que hay miríada de escribientes volcando los mismos argumentos o justo los contrarios en infinitos soportes; y con mejor literatura. ¿Por qué lo hago? 
Porque me gusta y porque sí, porque hoy es hoy. Al final lo dice uno mismo para sí mismo y es reconfortante en la medida en que sonríes viendo tu verborrea fácil e ilógica al rato y con distancia.. No daño a nadie y nadie me escucha: eso consuela bastante, el saberse inocuo. Sin embargo leo a otros y compruebo con cierto horror que gastan las mismas bromas, usan los mismos juegos de palabras y quitando allí unas coletillas y aquí unas comas y puntos tenemos al gran escritor global que todo escribe y de todo sabe, como una gran bestia con millones de cabezas escritoras. Tengo sed de palabras y a veces ellas me estremecen y busco más entre los escombros y lodazales del orbe. Podríamos decir que anhelo forzar mis propios estremecimientos aún conociendo cristalino que, como casi todos, soy un receptor pasivo de estímulos. Un caminante con ayuda, un yonki en paro. Para estar en el lado correcto de la verdad es primordial conocer los argumentos infalibles, inmutables y que no caduquen. Es necesario recibir nuestra dosis personal y eficaz de cemento para salir a las calles armados y peligrosos, dispuestos a luchar con frases exactas contra los dragones de enfrente y de través, esos que nunca se cruzan con uno pero que están ahí en algún sitio fastidiando nuestras creencias. Inocentes somos y necesitamos luces, por eso escribo en las horas en las que no vale de nada y en las horas en las que no tengo nada concreto que decir, excepto esto: escribo porque tengo sed de que mis palabras ocupen un espacio determinado. Lo peor es que estoy convencido de que esto que lees sólo se distingue de un gran artículo en que los autores cobran por sus discursos mientras que yo mendigo lecturas a la espera de hacer otras cosas mas gratificantes. ¿Qué cosas? Pues no lo sé.
Como argumento puede servir, como estrategia no. Pero tengo claro que mis cretonas pueden valer tanto como tus sedas aunque estén hechas jirones.
Faltaría más. Ya puedo pisar la calle.