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El hielo perpetuo e inmutable ralentiza mi pensamiento y soy una cámara frigorífica, eso soy por mí mismo y para mí mismo. Puedo hablar despacio y glacial e inconexo pero puedo hablar y el calor no me afecta porque vivo congelado, como un parásito ártico; respiro a crédito en espera de aire puro. Soy el átomo helado del que no se habla porque habita el rincón de la casa que nadie quiere. El desierto no me afecta porque huelo a crédito insolvente y me acurruco en mi rincón y leo o qué se yo. Vivo suspendido de mil maneras todas incorrectas, y duermo a ratos.
Luego, quizá mañana, me levantaré e iré a darme la ducha más larga del mundo, caliente y expansiva, para que mis pulmones, mi cerebro y mis articulaciones se activen y me permitan, de algún modo, llegar al lugar que me espera. Que me espera eternamente y que debo encontrar antes de quebrarme bajo cero.
Soy hielo desbordado, un error inexplicable. Tócame.