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| BBC |
Algún día no lejano contarán las crónicas cómo fue posible que a raíz una mala acción policial en Mineápolis se expandió una reacción ciudadana que vinculó semejante incidente con la esclavitud y los racistas que en el mundo han sido, y después contarán cómo una sociedad libre y civilizada demostró, en 2020 nada menos, que es posible vertebrar un discurso idiotizado a partir de un hecho local y, en cierta forma, intrascendente. Sesudos estudios nos harán comprender las razones que llevan a los tontos profesionales a derribar estatuas de personajes históricos cuya relación con estos asuntos es difícil comprender. Serán protofascistas o algo.
A ver cómo explicamos la ecuación mental más estrafalaria de la historia sin localizar (y tratar con carácter de urgencia) a los descerebrados que han pergeñado la protesta más surrealista y arbitraria de la historia humana, y encima con éxito.
Después de esto, creo que se abre la barra libre a la irracionalidad pedestre, a la algarabía cretina de las masas analfabetas, neardentálicas y trastornadas por discursos desquiciados por sistema. Seguimos para bingo sin esfuerzo.
(Y, a pesar de todo este esfuerzo desesperado, volverá a ganar Trump, te lo digo yo)