Se cierra la puerta y resuenan los pasos, la seguridad de los sonidos firmes que detienen el tiempo. Muchas cosas pasaron después pero nada distorsiona la pureza de aquellos días, cuando reinaba la seguridad, las certezas. Un sonido inmortal de cuando éramos personas rebeldes o serias o miserables o todo a la vez, pero diferentes. Cambian los tiempos recuerdo un detalle que define una época y se clava en mi cabeza como alfileres salvajes, yo que no me daba cuenta de lo bien que iba todo en los hombros de mis gigantes aquellos días potentes y mucho más. Qué se puede decir a quien no lo escuchó excepto que fue mío y de nadie más. Esa luz y ese recuerdo arde y ofende mis momentos de sombra, que yo estaba allí y lo escuché y no entendí porque no podía entenderlo. Mira cómo se derrite la cera: es tarde desde siempre. Pequeño jardín tan cómodo...
Y hoy me despierto con los pasos que me guiaban sin yo saberlo y el sonido que no se acaba me recuerda un rostro, una voz y unos días que permanecen nuevos como si fuera ayer que las arenas del tiempo no ofenden, que están guardados quizás en un arcón inmortal.
Los pasos son importantes: definen muy bien el fracaso y la victoria de cada uno.