Ir al contenido principal

EL MÁS TONTO DE OVIEDO





Twitter es muy útil para detectar tontos de capirote, pero este desayunador de a 200 arrobas por comensal se lleva la palma de oro del mes. Deja mal cuerpo que personajes de esta idiotez deluxe sean no compatriotas, sino áspides peligrosas atrofiadas por la generosa salsa lefty que pudre mentes debiluchas. Tontos de capirote, para entendernos.
Estos candidatos a protagonizar la secuela de La cena de los idiotas, El desayuno de los imbéciles, debería evitar publicitar su estulticia y, si se siente ofendido por su bandera emigrar a algún país sin bandera, si es que existe, para que sus pantagruélicos desayunos animen la economía local.
Sobre lo del dinero qué podemos (sic) decir sino que hay monedas que mejor no tocar y no creo que los portadores de las ofensivas mascarillas anden llorando por la pérdida sino lo contrario y viceversa: es mejor contar con cayetanos cuerdos que con cayetanos inversos tan lerdos como puedan ser.
Yo, por mi parte, no me dejaré ese dineral en el desayuno y si el honrado camarero que me sirva tiene puesta la mascarilla de marras miel sobre hojuelas: es buena gente o como poco, no es mala persona. Si porta el escudo moradito y, por poner un ejemplo la bandera de Mongolia, haré lo mismo que nuestro héroe y caminaré en busca de otros bares correctos.
Eso sí, me extraña que estos tontuelos hayan seguido respirando después de semejante homenaje y camino de la playa no hayan fenecido uno a uno ahogados en su propio vómito de 36 euros y propina de 1,5 (roñica). Y con éstos vamos a entendernos.  Probablemente, la cuadrilla irá cada tarde a los centros de salud a aplaudir como lo han enseñado los amigos de Pavlov, o algo peor, aplaudirán a los buzones de correos por haberse negado a entregar sobres de Vox en las campañas. O las dos cosas que los tonticos pueden hacer muchas chorradas al día.
Pero nada de lo expuesto sirve, porque estoy convencido de que este tarado ni siquiera dice la verdad  y la tontuna se le ha ocurrido mientras veía al líder coleteado por la tele, y anhelando poner su grano de arena a la causa, se le ocurrió el tweet de marras.
Y ya está, que hace calor. Me voy a la calle con mi mascarilla de España, coño.