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LAS MARAVILLAS DEL PROGRESISMO

 



Este tipo, concejal de Compromís en Valencia, si no me equivoco, hombre íntegro que todas las tardes a las seis llora y no para por la pobreza e injusticia del capitalismo salvaje al que parasita sin modestia, demuestra crudamente el nivel de nuestros queridos inútiles alfombrados. Como no tiene ni papa de inglés y la verdad no lo necesita para nada, pues se le ha ocurrido, mente privilegiada, asomarse sin protección a una de ésas reuniones virtuales donde los inútiles europeos reparten inútiles dineros o prebendas para gestionar lo que no saben. Pero, y aquí viene el meollo, este genio del disimulo no tiene otra ocurrencia que plantarse una mascarilla y, con ayuda de otro tipo que debe saber inglés, mover las mascarilla al son de la perfecta entonación de su compinche para tomar por gilipollas a sus compañeros europeos (que lo son, pero de otra índole). Dejando de lado el hecho sorprendente de que estamos hablando de un actor profesional -que tal es la ocupación de nuestro héroe cuando no está trincando- no muy bueno por lo visto, alegra saber que la chapuza y el desparpajo cutre que siempre nos ha acompañado sigue vivito y coleando. Y en el mundo izquierdoso también y especialmente. Ay, azotes de la inteligencia, reyes del desfalco, sois la sal y la pimienta de la tierra, yo no os vomitaré. Aquí un ejemplo del rigor y prestancia de las autoridades que nos dirigen sin titubeos al abismo. 
Es horrible confesarlo, pero esto provoca más risa que rabia, la verdad. No lo supera, pero se acerca en genialidad a los italianos y sus olivos transportables.
Bendita tierra aquella que premia con 30, 40, 50000€ al año a sus Izquierdillos de Tormes. Que los disfrute, pobre. La buena noticia es que resulta ser el concejal de innovación y desde luego innova, sí señor. Estos europeos no comprenden nada.
Y que disfrute Valencia de sus tesoros humanos. Seguro que sigue en su puesto, Faro y guía de Occidente todo él.
Seguimos vivos, pero por poco...