Ir al contenido principal

SEPTIEMBRE EN ESPAÑA, OTOÑO DEL ALMA


Este es un país peculiar, en contradicción permanente y en perpetua enajenación. Pertenece a Europa pero no se asemeja excepto remotamente a los países de su entorno. En Europa hay dirigentes con cierta capacidad a la antigua usanza (Merkel), aventureros capaces pero con ciertas trabas inquietantes de personalidad (Johnson, Putin) y gestores que pasan la mayor parte del tiempo abrumados (Conte, Macron), porque en realidad no saben bien qué hacen ahí, y luego está España, con Sánchez a la cabeza, que es un aventurero sin escrúpulos y sin absolutamente nada que ofrecer en materia de gestión, y que asemeja remotamente a uno de esos dictadores bananeros cuya máxima ambición es trincar el mayor botín posible antes de salir por piernas lejos y forrado; sólo que en España no hace falta salir por piernas (Felipe, Zapatero, Bono, los intrépidos separatistas) si eres un izquierdoso o un miserable. Por eso afirmo que España está geográficamente mal ubicada y políticamente mal definida, no hay más que fijarse el la composición de nuestro parlamento para comprender que el desastre es inevitable, con pandemias o con normalidad. Hemos de explotar sin remedio.

Es sólo una idea, pero quizá fuera mejor para todos situar nuestro país en sudamérica, cerca de Venezuela, Cuba, Brasil, Argentina y demás, países que comparten trastornos insalvables y comportamientos universalmente erráticos y que, a fin de cuentas, nunca acaban de hundirse. Ese entorno podría hacernos felices y menos propensos a la parodia. 

Es sólo una idea, pero si se estudiase a fondo y comparativamente a esos países lejanos en la distancia y cercanos estructuralmente (sic) pudiera ser que empíricamente se descubriese la raíz pandémica de nuestro comportamiento suicida, no te quepa duda. Yo no lo voy a hacer porque soy español y encima no me pagan para eso.

Ha llegado septiembre y empieza el baile. Viene la gran inundación...