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SIEMPRE VUELVEN


 El socialista, como figura reconocible, ha muerto; el sociata no, está muy vivo y activo. El socialista auténtico es una persona que puede ser sincera en sus planteamientos y puede incluso ser honesta y aprovechable, mientras que el sociata es un parásito bastante incompetente que dedica sus esfuerzos a medrar con chulería y, por supuesto, a trincar hasta reventar. Pero cuando el socialismo español mutó a sociata es una incógnita para mí. En tiempos de Felipe había o parecía existir un equilibrio entre unos y otros pero con la irrupción de Zapatiestas, ese hombre, el socialista quedó fuera del PSOE. A fin de cuentas la cabra tira al monte del trinque indisimulado y como en una pesadilla febril los artistas sociatas se han quedado con el cotarro y lo explotan a conciencia. Claro está que mantienen las leyendas propias de la imaginería progresista (ese maestro apocado perseguido por sus ideas suavemente sugeridas, tan blanco él, ese artista incomprendido que llora y no para por la pobreza y la injusticia, ese linotipista joven y inexperto que pasa las noches en blanco traduciendo obras de Marx), pero la realidad es evidente está ahí, a la vista de todos y a la vez, permitida por todos. 

¿Qué tenemos en el poder hoy mismo? Un festival de sociatas dirigiendo con mano firme al país hacia el abismo, con ayuda inestimable de comunistas secesionistas y sediciosos de alta graduación. En el escaparate un batiburrillo de distracción, muy irritante eso sí, consistente en demoler con leyes absolutamente surrealistas las escasas certezas que cualquier persona sana tendría por inviolables e intocables; los sociatas son de esa jaez amantes apasionados de la propaganda y exaltación de los periféricos: homosexuales, transexuales, animalistas, abortistas, anticapitalistas y otros perturbados y perturbadores actores sociales. Se trata de legislar sobre las mentes, no es evitar el aislamiento no es que por ley hay que aplaudir acciones y reacciones que podrían considerarse poco recomendables y elevarlas a los altares progres. Esto incluye chorradas como la violencia de género, el feminismo trastornado e inquietante, los inmigrantes como ángeles preciosos, el me too... cuando en realidad es, para ellos, el Too me (para mí o más bien el todo para mí) que es la trastienda de esta patochada.

Así, manteniendo el lenguaje obtuso de los primeros tiempos pero con un objetivo claro, los sociatas forman parte esencial de la ruina de España a la que saquean sin problema alguno; nótese que no son comisionistas claros porque ellos desprecian eso (Juan Carlos, peperos y demás) que viola su ley fundamental: ganar dinero haciendo algo que de alguna manera mueve el dinero aunque se distraiga parte en el camino. No. Lo suyo es el derroche público y el saqueo indisimulado directo y sin intermediarios a no ser que sean ellos mismos o familiares cercanos. El sociata roba lo que puede y luego con el sobrante que es mucho y bueno, vuelve a robar por otros medios como colocación que afines, leyes regadoras a los chiringuitos afines y otras astracanadas miserables. esa es su esencia y su tufo, el núcleo del sociata, siempre vivo, siempre activo.

Si separamos el grano de la paja será fácil neutralizar el quiste sociata pero ¿qué tenemos sino una oposición apocada y mendicante incapaz de dar un golpe en la mesa? El PP (Partido Patético) se ha convertido por ósmosis en un sirviente babeante que suplica un pastel que considera (asustado y temeroso) propiedad de los otros. Envidian y se empequeñecen ante los sociatas. Ciudadanos camina hacia la nada víctima de sus contradicciones. Unos y otros carecen de firmeza y motivación para ir de la mano de lo que se supone es el corpus ideológico que les sustenta. Vox grita y a veces es el mejor pararrayos del ariete sociata (y comunista) pero acepta y asume el mote de fascista y eso le perjudica.

Y ahora, el sociata, que de gestión y eficacia está canino, se dedica a legislar sobre el pasado donde antaño (incomprensiblemente) encontró vetas de simpatía. Y de paso amordaza a todo un país. 

Así, entre saqueos y chapuzas los ciudadanos de a pie quedamos aparcados entre pandemias, ruinas económicas y abandono total, obligados a guardar silencio o, en el mejor de los casos, a medir nuestra libertad de expresión.

Y el sociata reina en el fango, caliente y regado con el sudor de muchos.