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ÉL



Cada vez que gobiernan los amigos del pueblo y de lo público todo se desmorona; es una realidad empírica, absoluta, inmutable. Toda la vida dando la brasa con la España en blanco y negro, y no sabría decir si esta espantosa decrepitud decadente es comparable a los tiempos secos del franquismo porque entonces no había medios y hoy día sí. El caso es que los votos mandan y gobiernan los peores gestores posibles, gente inhábil y maltrecha además de incompetente y amante de la mentira como forma prioritaria de vida y de virtud.

Yo no sé cómo es posible comportarse en un gobierno como un empleado de cocina que roba la comida ante la vista de todo el mundo, pero Petersánchez y sus gobernitas consiguen hacerlo sin aparente disgusto o dificultad. Al contrario: parecen encantados de saberse espectacularmente incapaces y, a la vez, disfrutan con ello. Debe ser el núcleo de la España a color, la España solidaria, la España social que todo y uno viene a ser lo mismo: la España de mierda, la España podrida, la España decadente y sucia. Supongo que es la España a color esto, y no me gusta. Nada.

En su descarga podemos aducir que las circunstancias mandan, pero ¿y Zapatero?¿También le tocó la china? No. En algún lugar de esos corazones quizás anide el impulso necesario en cualquier persona pensante de ayudar, de ser útil en la tarea que les ha sido encomendada. ¿Quién sueña con destruir a los semejantes como forma de actuación?¿Es posible hacer lo que hacen por estrategia y a la luz del día, sin disimulos?. Aquí estamos, esperando que en algún momento mágico nuestros gobernitas acierten porque es imposible fallar siempre, y aunque son buenísimos en el tema del errar trágico alguna vez tendrán que equivocarse acertando, es algo infalible: imposible que sean tan competentes siendo malos, imposible. Algo habrá que salga bien sin que deba intervenir el azar. 

Como imposible es que una persona se tome la molestia de presentarse al escrutinio de millones de votantes con la intención de estafarles y reducirles a cenizas, tiene que haber un hálito de servicio y un convencimiento íntimo de que con uno al timón las cosas mejorarán y tendrá sentido. Porque está muy bien eso de ponerse frente al espejo brillante pero lo justo es devolver el brillo en justa medida. Alguna vez tuvo que tener voluntad de servicio, microscópica pero hubo de existir. Tratar de hacerlo bien, de ser rentable, algo parecido al liderazgo fértil y beneficioso para todos.

Se vota a alguien para eso, no para que robe la comida mientras orina sobre los millones que miran sin saber qué hacer o cómo vivir en el caos húmedo. Y espérate que no tenga ganas de hacer algo más que orinar.

Pinta y maneras tiene de ello. En color y oliendo rico con la inestimable ayuda de sus gobernitas. Menuda ducha, menudo jabón.