Ir al contenido principal

LA NAVIDAD DE LOS DEMÓCRATAS AUTÉNTICOS (O PAZ EN LA TIERRA HOSTIL)





¡Feliz Navidad, señor Otegui! 

Campeón de la democracia, baluarte de la libertad, adalid de la paz al que todos deseamos larga y próspera vida rodeado de los tuyos en torno a la gran mesa del pacifismo y de la tolerancia cívica y eterna, como eterno es el descanso de los que se pusieron a tiro en los años sacrificados en aras de la hermosa arcadia. Os sentareis quizá recordando aquellas voces y estertores de las víctimas, los gemidos y los llantos necesarios para vuestra preciosa causa, la sangre ajena que liberasteis con generosidad patriótica; a lo mejor habrá regalos para todos, una pistola, una bomba, un fusil ametrallador, qué se yo, instrumentos que dignifican la paz y la concordia infinitas. Levanta la barbilla, Arnaldo, no te avergüences de nada, hombre de paz, de mano tendida, de diálogo, hombre necesario para un mundo que no comprende la necesidad de abonar tu libertad y tu deseo salvaje de una sociedad indecente pero libre. Arcaica y excluyente pero hermosa como un amanecer en los zulos de Donosti. Tú, el guía.

Invita a tus amigos y ríe con ellos, señor Otegui. Ofrece mesa y mantel al invitado Iglesias, dique del fascismo y pacifista extremo, dialogante y transparente como el cristal, profundamente puro y recto; háblale largo y tendido de la violencia necesaria, de la incomprensión de los agredidos y los muertos y de sus familias destrozadas, incapaces de apreciar el magnífico destino que les otorgasteis en vuestro sacrificio inmenso. El ya sabe de vuestra labor, pero quizá necesite detalles sobre cómo explota un cuerpecito y revientan los sesos de las personas que se sacrificaron voluntariamente por la causa, que dijeron no que era un sí gigante y precioso como un atardecer en la Herriko Taberna. El, tu socio.

Y a los postres vendrán los catalanes, tan callados y tan fieles, contentos de reunirse con portentos de la eficacia demográfica, expertos de la demolición social para el renacimiento de mundos brutalmente libres. Sociedades unidireccionales para la libertad y la circulación de ideas amigas. Tantos años de luchas y ya llegó la felicidad... Dales nuestro recuerdo y el deseo de larga vida a los honestos, a los sinceros defensores de la verdad suprema, vigilantes de la raza nueva y colaboradores maravillosos en tantas acciones, hermosas como la luz del Tibidabo bajo la señera. Ellos, tus amigos.

Y, en el brindis, tu hermano Pedro, crisol de la alianza, catalizador del triunfo, director del asalto final a la vieja sociedad corrompida en sus anhelos estúpidos y equivocados de vivir en libertad. Pedro conoce la verdadera libertad y a los auténticos suministradores únicos de tal tesoro: los terroristas y los seguidores del gulag que nunca pasa de moda. Háblale de la eliminación de sus antecesores socialistas,  y reíd mucho de la expresión de sus rostros desfigurados por el plomo o la metralla, hermosas imágenes acordes con vuestra bondad de gente de bien extremo; hermosas como las nubes que atraviesan un Falcon. Háblale de tus amigos del PNV tan rectos y sinceros que jamás te abandonaron.  El, tu faro hacia el día soñado..

¡Feliz Navidad, señor Otegui! ¡Feliz Navidad, amigos y compañeros del señor Otegui! ¡Compadres todos! Con vosotros al mando llega un tiempo de prosperidad y riqueza ideológica sin precedentes en la historia, un tiempo hermoso como un cuerpo acribillado en el invierno en los campos escarchados, tan callado, tan sumiso... Os caerán lagrimitas de nostalgia, tibias y dulces como vuestras intenciones inequívocas. Todos sabemos que el paraíso se construye reventado cabezas, es de primero de democracia y no hace falta para nada justificarlo. Mao Stalin, Pol Pot, Otegui, Junqueras, Iglesias, Sánchez y otros campeones de la libertad en la gran tertulia de la historia. Un privilegio extraordinario en una pandemia muy oportuna. Feliz Navidad a los votantes también, porque no era fácil tener la lucidez de elegir el bien universal entre tantas falacias y oropeles simulados.

Y no haya discusiones estos días sagrados, no sea que resulte herido alguno de vosotros, reyes sin corona de la bondad, y pistoleros del bienestar. Ay, noches de paz en los cementerios, qué silencio bienhechor...

Ayudemos todos a los gigantes en su tarea, ofrezcamos la nuca para la inmolación fértil: ¡Hermanos todos en la paz de Otegui y asociados, hermanos al fin callados y muertos para el gobierno infinito!

(Foto: Periodista Digital)