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DIARIO DE LA PANDEMIA. 20 DE ENERO



 La mascarilla es el preludio del bozal y no lo sabías. Todo es el preludio de un nuevo orden mundial y no hay tiempo para evitar la podredumbre. ¿Qué si no?
Estábamos ahítos y debemos vomitar, regenerarnos, ser otra cosa. Porque vino la pandemia y los gobernantes, garantes de nuestras libertades y de nuestro bienestar no supieron qué hacer ¿te lo puedes creer? Ellos con siglos de desarrollo humano volvieron a la prehistoria para solucionarlo, sin tener en cuenta nada más que su sueldo y olvidando a cualquiera de debajo, ésos insectos que pagan o que pagaban la fiesta. Mascarilla y silencio... ¡Era una pandemia! Luego vino la nieve y no hubo caso: todos dentro no hay material, no hay nada. Sólo sueldos para los cargos públicos. Nada queda detrás del escenario, es un espejismo. Vendrá la lluvia el viento y la ventisca, vendrá el granizo el terremoto y la pobreza y no habrá medios, sólo sueldos para los ganadores.
Y luego en la tarde del tiempo todo cambiará. Porque la mirada y el ejemplo están no en la democracia clásica, pura real no. En Rusia, en China, en Cuba, ése es el ejemplo. El bozal a las gentes y el gran gulag mundial. Los que no han muerto trabajarán en la miseria para la empresas-estado, ya sabes cuáles son, las que han pasado de proporcionar herramientas de comunicación a imponer la comunicación. Resistirse es morir, y la muerte de una persona es irrelevante en el nuevo orden.
Las nuevas sociedades tienen grandes tiendas donde comprar, superficies inmensas de mercancías preciosas, pero están cerradas para los del bozal, pordioseros trabajadores por la subsistencia, operarios destruidos del sistema.
No, ellos no.
Así, miles de millones vivirán como perros abandonados en los campamentos mientras unos pocos arriba seguirán cobrando el sueldo de los bendecidos, ellos sí tendrán historias que contar. Hijos, vida, poder felicidad.
La mascarilla es el preludio del bozal cerrado y metálico que nos impide comer apenas; somos la carne picada del sistema productivo y algunos de nosotros recordaremos los días que soñábamos castillo y decíamos lo que nos apetecía, como un sueño que se desvanece suavemente. Primero seremos lágrimas, luego bestias de carga y finalmente nada.
Esto es el futuro: un bozal para la masa, un hierro para los siervos. Carne sin alma.