El poema busca el absoluto y no lo encuentra
excepto cuando deja de componerse;
así de sencillo. La palabra escrita debe
mirarse
al vuelo de un pensamiento
aislado, recto, poderoso y
libre, sin dibujos abstractos.
Y aprender. Aprender.
Tu voz es infinita,
tus palabras inolvidables.
Y siguen viviendo cerca
como un bálsamo
perfecto.