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SÉ QUE SOY LIBRE, ¿LO SABES TÚ?

 Por razones que no vienen al caso, llevo años bombardeado por llamadas y mensajes 'spam' que, con frecuencia cambiante, acaban alterando mi paciencia y quebrando la escasa resistencia que tengo a la presión arbitraria. De la misma forma con la que me irrito con noticias relativas a nuestra lejana guerra o cuando bajo la guardia frente al televisor y aparece Pedro Sánchez hablando, todas estas intromisiones me humillan y hunden el (escaso) espíritu que me sostiene durante el día.
Cumplir años me decepciona: cada año veo más y más malignidad a mi alrededor, peligros reales y crecientes y certezas que se desmoronan en un instante después de largo tiempo indiscutidas. Así la vida.
(Justamente me viene a la memoria escribiendo esto una época ya lejana, quizá 15 años, en que en el breve lapso de pocas semanas me preguntaron casi sin posibilidad de negación si apreciaba la serie 'Aída' o quizás '7 Vidas', varias veces y varias personas distintas; con las primeras respondí con sinceridad que no las soportaba, pero después dije que sí, que eran muy buenas). 
En suma hay un montón de cosas que no me gustan, y muchas más que me repugnan, además de montones que adoro o me interesan a ratos. Eso no significa que yo sea, como pretenden algunos, un detrito social. Tampoco un camarada de nadie. Soy yo, lo que me gusta y lo que no, lo que vale a mi interés y lo que mi interés desecha. Y ese tesoro no debe disfrazarse nunca.
¿A qué viene esto?.
Pues a que, querido amigo, la vida es personal, única y merece ser vivida por uno mismo. Lo te que gusta y lo que no, lo que te llena y lo que te repugna sin remedio, y es uno mismo quien decide, a la vuelta de un camino, si lo que te valía ayer deja de tener valor y lo contrario. Eso es la vida interior: crecer y elegir para uno mismo. De lo que quiero convencerte es de la necesidad absoluta de todos y cada uno de nosotros, y yo añadiría la obligación ineludible, de defender públicamente nuestra visión (religiosa, moral, sexual, ética, cultural, estética y, en suma, global). Si quieres, a gritos; si no, con monosílabos.
Durante demasiados años se nos ha inoculado a todos una especie de freno verbal para, por supuesto, contribuir ligeramente a la convivencia. Eso es real y comprobable, y quien más quien menos ha accedido a frenar su sinceridad en aras de evitar enfrentamientos estériles. Premisa falsa y traidora: no te da la opción de dar marcha atrás.
Los mismos que te obligaron a cerrar la boca la abrieron desmesuradamente y comenzó un proceso de sustitución de mitos por mitos aún más irreales, y como los aceptaste tácitamente quedaron fijados como leyes de plomo. Tu silencio y mi silencio reafirmó su prevalencia pública y verdad universal, siendo tarde ya el intento de matizar las cosas. 
Ahora, lo que sucede es que estás obligado por la masa (ojo, que no se sabe si realmente existe y es mayoritaria) a tragarte todos los episodios de '7 Vidas' y reírte de sus gritos e histerismos vergonzantes, o debes retirarte a un rincón oscuro hasta que aceptes la nueva realidad, que no es otra que un universo personal implantado por otros para su conveniencia y control.
Y es precisamente ese impulso de control lo que hace que estos días, por ejemplo, debamos rendir pleitesía a la celebración polisexual que nos imponen, y además con entusiasmo sincero y exagerado, o estamos condenados a acabar mal en base a un crimen tan líquido y brumoso como es el de 'odio'. Y te obligan con gritos histéricos como los que no soportabas en la desquiciada serie. Tal cual.
Pues yo te digo, desde mi húmedo subsuelo donde he acabado sin remedio, que mi corazón y mi mente no están con eso, que lo rechazan y prefiere otra senda y que me da exactamente igual que todo el planeta Tierra me inunde a golpes y agravios, y que seguiré decidiendo lo que es bueno o no, porque en mi cerebro no hay mas bota que la mía; y de la misma forma que leo lo que quiero y creo en lo que me place, con el mismo espíritu que rechazo ver series que me importan una mierda y busco otras de mi gusto, el universo de los artistas sexuales me da exactamente igual, excepto cuando se convierte en un 'spam' insoportable que intentan hacerme tragar con malicia tiránica, en cuyo caso me irrito como si me obligasen a ver 'Sálvame' en bucle y tuviera que levantarme del sofá, apagar la televisión y tirarla por la ventana.
Y quien se ofenda con grandes gestos victimistas, que encienda su tele y vea 'Sálvame' y lo que le plazca, a mí me da igual.
Puede que al final nos entendamos, cuando comprendas que tu bota me huele fatal y es mejor dejar espacio.
Porque yo te aseguro que soy libre dentro de mi cráneo, tú no sé.
El resto es espuma fugaz.