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ISLA CALLADA

 

Unas líneas de derrota y de frustración.

España son dos: una tímida y finalmente acomplejada y otra salvaje, ladrona y asesina. Una que no sabe disimular su indefinición y otra que coge lo que necesita sin dudar. Una tibia y otra negra.
Ayes, 23 de julio de 2023 se vio la cruda realidad de un país dividido pero no equitativamente; la negación moral es abrazada por la mayoría de alguna manera y salpica la sangre y la indecencia a toda esta sociedad equivocada, estéril y merecedora de su funesta suerte. Si no es hoy será mañana, pero será. No se puede albergar esperanza ya: caminamos hacia la pesadilla de la imposición del pensamiento único irracional, emocional, carente de aliento de perfección, epitelial y sucio que da por bueno el crimen, la vergonzosa y monstruosa cara del defectuoso demente. Todos los que ayer votaron en contra de la exigencia y de la obligación cívica de todo lo bueno que pueda representar la organización social humana es cómplice y responsable del resultado de dar por bueno la unión dispar de criminales sedientos de malignidad en distintas formas.
Este es un mensaje sincero y crudo de la enorme losa de decepción por mis semejantes y sus impulsos nefastos para el orden de las cosas, pero también para la buena gente que, por timidez o miedo, ha caído en la trampa de la falsa convivencia y la permisividad en el civismo. Hay un monstruo entre nosotros y está triunfando, esto no se puede negar ni rebatir si somos realistas. Este monstruo puede derribar cruces, imponer su visión, cerrar la historia y pervertir la ciencia. Puede derribar la civilización y crear una nueva oscuridad y no es, como pensábamos, un complot secreto: nuestros vecinos  están en él, activos y constructores. Los velos han caído.
Todas y cada una de las certezas de mi vida han quebrado y no espero sino un futuro (ahora sí) imposible para mis antiguos dogmas. Estamos solos y aislados en un mar de relativismo permisivo que es absurdamente mayoritario y naa podemos hacer frente a su empuje. Somos, pues, peregrinos solitarios condenados a la irrelevancia social. Todo esto nos dijeron ayer las urnas, que hemos perdido el norte y el peso de la historia, que somos fósiles en un nuevo/viejo mundo que no es ni será nunca el nuestro. Ya no hay cabida para las convicciones viejas, resquicio ancestral del cristianismo occidental.
Preparémonos para el cambio y, si queremos, rememos en la dirección repugnante a la que nos lleva. Yo no, no yo.
Yo, por mi parte, seré una isla triste y silenciosa en medio del caudal degradante en que mi país ha decidido conformarse. Mi pensamiento y mis creencias no cambian aunque renuncie a expresarlas a gritos, seguirán en el último reducto de mi cerebro, pero ya sin sueños ni esperanzas de ningún tipo. Allá cada cual con su conciencia y sus virtudes. No contéis conmigo para esto, para esto no.
Yo soy desde ayer mismo una isla callada.