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AH, VACÍO...

 


De mi infancia recuerdo el absolutismo moral. Todos sabían distinguir el bien del mal.
Ahora simplemente no hay caso, se trata de validar apetitos salvajes que se justifican solos y se amontonan en el triste cajón de la aceptación adolescente. Un vacío que nadie parece comprender.
Todo ha cambiado.