Hay veces que me despisto y me voy por Babia, entrando en parajes peligrosos e inciertos donde se duda si pisar y existe el riesgo de no regresar al sitio debido.
Pero conozco el camino que me devuelve a donde debo estar para asaltar mil y una veces la fortaleza de Dios, que es la principal meta a la que aspiro. Y espero que Dios lo vea y sonría permitiendo a este pequeño y perdido ser tiempo para cumplir. Y, si está de humor, echarme un cable para que olvide Babia y sus inquietante atracción, que mis manos carecen de importancia.