Yo, en el fondo, siempre quise vivir como un personaje de Wodehouse. Pero no es el tiempo, ni el lugar, ni la época adecuada para intentarlo siquiera. Sin embargo, lo he deseado con suave intención. Un propósito feliz.
Así soñando se vive mejor y se puede aspirar a la alegría: en medio del mundo de Pelham siendo Bertie sin más obligación que buscar asignaciones de tías agarradas, estiradas y centrifugadas por el espíritu gremial de los parientes adinerados, sujetos a sus riquezas tenazmente.
Y pasan los años y todavía anhelo un espíritu aventurero entre apuros sin maldad ni daño verdadero. A fin de cuentas, es un objetivo tan razonable como cualquier otro.